En un mundo de posguerra, marcado por la reconstrucción y la búsqueda de estabilidad, los derechos humanos han surgido como una respuesta crucial para prevenir la repetición de crímenes y atrocidades. El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció la Declaración Universal de los Derechos Humanos, representando un hito histórico en la garantía de los derechos fundamentales de todas las personas.
La Declaración Universal reconoció la dignidad inalienable de la persona humana como fundamento de la libertad, la justicia y la paz en todo el mundo. Afirmó que los derechos humanos son universales, aplicables a todas las personas. Esta declaración histórica marcó el compromiso colectivo de los países de respetar y proteger los derechos fundamentales de todo ser humano.
El 10 de diciembre de 1950 se estableció el Día Internacional de los Derechos Humanos como celebración anual para reafirmar el compromiso con los principios de la Declaración Universal. Esta fecha es un recordatorio constante de que la promoción y protección de los derechos humanos es una responsabilidad compartida de todos los países y personas.
De cara al futuro, la ONU ha propuesto la Agenda 2030, una ambiciosa estrategia de desarrollo sostenible compuesta por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta agenda, adoptada en 2015, es un esfuerzo conjunto entre países, empresas, instituciones y sociedad civil para enfrentar los desafíos globales más urgentes durante los próximos 15 años.
La Agenda consta de una Declaración, 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 Metas
corresponsales, una sección sobre medios de implementación y asociaciones globales, y un marco para el seguimiento y la revisión. Los 17 Objetivos son integrados e indivisibles, y alientan la acción en cinco áreas consideradas fundamentales para la humanidad:
(I) Personas: garantizar que todos los seres humanos puedan realizar su potencial en términos de dignidad e igualdad, en un entorno saludable;
(II) Planeta: proteger el planeta de la degradación y combatir el cambio climático, a fin de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras;
(III) Prosperidad – asegurar que todos los seres humanos puedan disfrutar de una vida próspera y de plena realización personal, y que el progreso económico, social y tecnológico se produzca en armonía con la naturaleza;
(IV) Paz: promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas, libres de miedo y violencia;
(V) Asociaciones – movilizar los medios necesarios para implementar la Agenda.
Los ODS cubren una amplia gama de temas, desde erradicar la pobreza y el hambre hasta promover la igualdad de género, tomar medidas contra el cambio climático y promover la paz y la justicia. Estos objetivos reflejan el compromiso global de garantizar los derechos humanos y crear un mundo más justo y sostenible para todos.
En este contexto, el sector privado juega un papel fundamental. Como poseedoras del poder económico, las empresas tienen la responsabilidad y la oportunidad de impulsar acciones concretas hacia los ODS. A través de innovaciones, tecnologías, influencia y compromiso con audiencias diversas, incluidos gobiernos, proveedores, empleados y consumidores, las empresas pueden contribuir significativamente a la realización de los derechos humanos y el desarrollo sostenible.
La implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se produce a través de un proceso voluntario liderado por los Estados miembros de la ONU, que llevan a cabo revisiones periódicas para evaluar el progreso logrado a nivel subnacional, nacional, regional y global. Estas revisiones se llevan a cabo durante las reuniones del Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible y van acompañadas de informes anuales preparados por el Secretario General de la ONU.
Para monitorear el progreso de los ODS, el Grupo Interinstitucional de Expertos en Indicadores de los ODS (GIPI-ODS) estableció 230 indicadores. Estos indicadores proporcionan una base para medir y evaluar el desempeño frente a cada objetivo y ayudan a identificar áreas que requieren mayor atención y esfuerzo.
Un enfoque clave para el éxito de los ODS es su localización a nivel subnacional. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) destaca la importancia de adaptar e implementar los ODS a nivel regional, estatal y local, teniendo en cuenta las realidades y desafíos específicos de cada contexto. Al localizar los ODS, es posible involucrar a los gobiernos locales, las comunidades, el sector privado, las organizaciones de la sociedad civil y otros actores relevantes en la implementación y el seguimiento de los objetivos, asegurando un enfoque más integral y participativo.
Algunos ODS reiteran derechos ya establecidos, tanto derechos de primera generación, relacionados con las libertades individuales y la participación política, como derechos de segunda generación, que involucran cuestiones sociales, económicas y culturales. Estos objetivos reafirman la importancia de estos derechos fundamentales y buscan garantizar su protección y promoción continua.
Por otro lado, los ODS también abordan la implementación práctica de estos derechos, especialmente los de carácter social. Establecen objetivos y directrices concretos para lograr el desarrollo sostenible, incluidos los aspectos financieros, la disponibilidad de crédito y el crecimiento económico de los países. Estos objetivos son considerados preceptos relacionados con los derechos de tercera generación, que se centran en temas como la paz, el desarrollo, el medio ambiente y la cooperación global.
La inclusión de objetivos y metas que buscan soluciones para la realización de los derechos humanos refleja la preocupación de la comunidad internacional, especialmente de las Naciones Unidas, con la protección y realización de estos derechos en todo el mundo.
Además, los ODS reconocen la interconexión entre diferentes aspectos de los derechos humanos y la necesidad de abordar estas cuestiones de manera integrada y completa. Destacan la importancia de la cooperación internacional, las asociaciones entre gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y las comunidades locales, y la participación activa de todos los segmentos de la sociedad en la búsqueda de soluciones y la promoción de los derechos humanos.
La discrepancia en la realidad entre los países ricos y pobres es un desafío fundamental para la realización de los derechos humanos a escala global. Esta disparidad se refleja especialmente en el contraste entre el eje norte-sur del mundo, donde los países desarrollados y en desarrollo enfrentan desafíos diferentes. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce esta realidad y destaca la importancia de las alianzas como medio para lograr un desarrollo equitativo y sostenible. El ODS 17, en particular, enfatiza la cooperación norte-sur, así como el principio de obligaciones comunes pero diferenciadas. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un reflejo del compromiso global con los derechos humanos, combinando reafirmación, metas concretas y soluciones prácticas para garantizar la protección, el respeto y la realización de estos derechos fundamentales en todo el mundo.
Mientras persistan las desigualdades sociales y económicas entre los países, los objetivos de derechos humanos no pueden considerarse plenamente alcanzados. Los derechos fundamentales sólo pueden lograrse verdaderamente cuando todas las personas, independientemente de su ubicación geográfica o estatus socioeconómico, tengan igual acceso a oportunidades y recursos.
Ante esta perspectiva, es importante mencionar que –entre la proclamación de la DUDH y el compromiso con los ODS– se crearon varios otros instrumentos nacionales e internacionales para promover el desarrollo y garantizar los derechos humanos. Algunos de los principales son la Constitución Federal brasileña de 1988, los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y la Declaración de Viena.
La relación entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el impacto social
Si bien los ODS no son directamente una métrica para evaluar y medir el impacto social, juegan un papel importante al proporcionar pautas e indicadores para empresas, proyectos y organizaciones. En este contexto, es crucial comprender la relación entre los ODS y el impacto social generado por las intervenciones e iniciativas.
Los derechos civiles juegan un papel fundamental en la promoción de la igualdad, la libertad y la justicia en una sociedad. Están intrínsecamente vinculados a la garantía de las libertades individuales y son un logro histórico en la lucha contra la opresión y la desigualdad.
Los derechos civiles engloban un conjunto de libertades fundamentales que deben tener todos los individuos, independientemente de su origen, raza, sexo, religión o cualquier otra característica. Estos derechos incluyen la libertad de expresión, el derecho a la vida, la igualdad ante la ley, la nacionalidad, el asilo y la libre circulación. Son esenciales para el pleno ejercicio de la ciudadanía y la protección de la dignidad humana.
Uno de los principios fundamentales de los derechos civiles es la igualdad ante la ley. Esto significa que todas las personas deben ser tratadas por igual y tener acceso a los mismos derechos y oportunidades. La igualdad ante la ley rompe las estructuras sociales basadas en el privilegio y la discriminación, garantizando que nadie sea excluido o marginado por su condición social, económica, racial, étnica o de género.
Los derechos civiles se lograron como respuesta a la falta de libertades individuales y la opresión que enfrentaron muchas personas a lo largo de la historia. Representan una victoria en la lucha por la justicia social y la garantía de los derechos humanos básicos.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2015, representan una agenda global para promover el desarrollo sostenible en sus diversas dimensiones. Entre los 17 ODS, el ODS 16 tiene como foco principal la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas, además de garantizar el acceso a la justicia y construir instituciones efectivas en todos los niveles. En este contexto, el ODS 16 aborda directamente los derechos civiles, con objetivos específicos que apuntan a reducir la violencia, proteger a los niños, promover el estado de derecho y garantizar el acceso a la información y las libertades fundamentales.
Uno de los objetivos del ODS 16 es reducir significativamente todas las formas de violencia y las tasas de mortalidad relacionadas en todo el mundo. Esto incluye la lucha contra la violencia doméstica, el crimen organizado, el terrorismo y los conflictos armados. Además, el ODS 16 busca poner fin al abuso, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños, garantizando un entorno seguro para el desarrollo saludable de las generaciones futuras.
Otro objetivo clave del ODS 16 es promover el estado de derecho, tanto a nivel nacional como internacional, y garantizar la igualdad de acceso a la justicia para todos. Esto implica construir instituciones efectivas, responsables e inclusivas que sean capaces de garantizar el respeto a los derechos humanos, la aplicación imparcial de las leyes y el acceso equitativo a la justicia. A través de este objetivo, buscamos fortalecer los sistemas judiciales, combatir la corrupción, promover la transparencia y garantizar que todas las personas tengan acceso a un sistema legal justo e imparcial.
El ODS 16 también establece el objetivo de proporcionar identidad legal a todas las personas, incluido el registro de nacimiento. Esto es fundamental para garantizar el reconocimiento jurídico de cada individuo, asegurando sus derechos y facilitando su plena participación en la sociedad.
En 2018 se promulgó la Ley N° 13.675, que estableció la Política Nacional de Seguridad Pública y Defensa Social (PNSPDS) en Brasil. Además, la ley también creó el Sistema Único de Seguridad Pública (SUSP), con el objetivo de promover la acción coordinada entre los órganos de seguridad pública de la Unión, los estados, el Distrito Federal y los municipios, junto con la sociedad.
La Política Nacional de Seguridad Pública y Defensa Social (PNSPDS) establecida por la Ley N° 13.675 tiene como objetivo coordinar las acciones de los distintos órganos responsables de la seguridad pública, como la policía federal, estatal y municipal, así como de otros actores relevantes, como el sistema penitenciario y los órganos de inteligencia. El principal objetivo de la política es garantizar la efectividad de las acciones de seguridad pública, enfocándose en prevenir y reprimir el crimen, así como promover la ciudadanía y la convivencia pacífica.
Una de las principales innovaciones que trae consigo la Ley N° 13.675 es la creación del Sistema Único de Seguridad Pública (SUSP). Este sistema tiene como objetivo integrar acciones de seguridad pública entre diferentes entidades federativas, promoviendo la cooperación, el intercambio de información y la estandarización de procedimientos. SUSP busca superar la fragmentación que a menudo ocurre en el desempeño de las instituciones de seguridad, permitiendo un enfoque más eficiente y eficaz para combatir el crimen y promover la seguridad.
La Ley N° 13.675 reconoce la importancia de la participación de la sociedad en la construcción de un ambiente seguro y armonioso. Establece la necesidad de integración entre los órganos de seguridad pública y la sociedad civil, a través de consejos, defensorías del pueblo, conferencias y otras formas de diálogo y participación ciudadana. Esta articulación busca asegurar que las políticas y acciones de seguridad se construyan de manera democrática y acorde con las demandas y necesidades de la población.
La dignidad humana es el principio central que subyace a los derechos humanos. Reconoce el valor intrínseco de cada individuo, independientemente de sus características o circunstancias personales. La dignidad implica el respeto a la vida, la integridad física y psicológica, la libertad, la igualdad y el derecho a oportunidades y condiciones dignas de existencia. Al afirmar que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad, la Declaración Universal reafirma la importancia de proteger y promover los derechos fundamentales de todas las personas.
La relación entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el medio ambiente
Los derechos ambientales desempeñan un papel fundamental en la protección del medio ambiente, la promoción de la sostenibilidad y la garantía de un acceso adecuado a los recursos naturales y su uso. Estos derechos surgieron de convenciones internacionales que reconocían la necesidad de un enfoque integrado entre la comunidad humana y la naturaleza. La Declaración Universal de Derechos Humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han buscado avanzar en esta agenda, destacando la importancia de la gestión sostenible del agua y la promoción de la calidad ambiental como elementos esenciales para el bienestar humano y el desarrollo sostenible.
Los derechos ambientales están intrínsecamente vinculados a los derechos humanos, ya que la degradación ambiental afecta directamente la calidad de vida de las personas y el ejercicio de sus derechos fundamentales. La Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce el derecho de todas las personas a un nivel de vida adecuado, incluida la preservación de un medio ambiente sano y sostenible. Los ODS complementan esta perspectiva, estableciendo metas específicas relacionadas con la gestión sostenible del agua, la reducción de la contaminación y la promoción del reciclaje.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una agenda global que busca abordar los desafíos sociales, económicos y ambientales más apremiantes. En el ámbito de los derechos ambientales, el ODS 6 (Agua limpia y saneamiento) destaca la importancia de garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. El objetivo incluye metas específicas como mejorar la calidad del agua, reducir la contaminación y aumentar el reciclaje y la reutilización segura de las aguas residuales.
Si bien los ODS han contribuido a colocar la cuestión de los derechos ambientales en un lugar destacado de la agenda global, todavía quedan desafíos por enfrentar. Esto incluye implementar políticas y medidas de protección ambiental, establecer regulaciones efectivas, promover prácticas sustentables y crear conciencia sobre la importancia de la preservación ambiental.
La participación activa y significativa de niños, niñas y adolescentes es un elemento fundamental de los derechos humanos. Reconociendo su importancia como agentes de cambio, la Convención sobre los Derechos del Niño, en su artículo 12, destaca el derecho de los niños a expresar sus opiniones sobre las cuestiones que les afectan. En este contexto, UNICEF ha desempeñado un papel crucial al trabajar con los jóvenes, permitiéndoles alzar sus voces y participar en debates sobre el cambio climático, a través de plataformas creativas, promoción y participación en cumbres internacionales.
Los niños, adolescentes y jóvenes tienen el potencial de desempeñar un papel transformador al abordar los riesgos relacionados con el clima. Al empoderarlos y alentarlos a actuar de manera proactiva, se convierten en agentes de cambio en sus comunidades. A través de la educación y la sensibilización, los jóvenes pueden adquirir conocimientos sobre cuestiones ambientales y desarrollar habilidades para promover estilos de vida sostenibles. Tienen la capacidad de influir positivamente en sus familias, amigos y colegas al convertirse en ejemplos inspiradores de prácticas ambientales responsables.
La participación de los jóvenes en la acción climática puede adoptar diferentes formas. A través de iniciativas como movimientos estudiantiles, protestas pacíficas, campañas de concientización y participación en proyectos comunitarios, los niños y adolescentes demuestran su preocupación por el medio ambiente e instigan un cambio real. Además, pueden utilizar las redes sociales y otras plataformas en línea para amplificar sus voces, compartir conocimientos y promover acciones colectivas a favor del medio ambiente.
La participación de los jóvenes no sólo da como resultado cambios concretos en sus comunidades inmediatas, sino que también inspira a otras personas a involucrarse en acciones ambientales.
Reconocer la participación de niños, niñas y adolescentes como agentes de cambio ambiental es fundamental para promover la conciencia y la acción en relación a los temas climáticos.
UNICEF se compromete a apoyar iniciativas que hagan que las escuelas, los centros de salud, las instalaciones de agua y saneamiento y otros servicios esenciales sean más resilientes a las crisis climáticas y ambientales. Estas acciones no sólo fortalecen la capacidad de niños y adolescentes para hacer frente a futuros eventos climáticos extremos, sino que también contribuyen a reducir las desigualdades existentes, evitando que se vean exacerbadas por el cambio climático.
La resiliencia es clave para garantizar que los niños y adolescentes puedan superar y recuperarse de crisis climáticas como tormentas, sequías e inundaciones. UNICEF trabaja para fortalecer la infraestructura y las prácticas de gestión de riesgos en escuelas, centros de salud y otros servicios esenciales, preparándolos mejor para enfrentar desastres naturales. Esto incluye construir estructuras físicas más sólidas, implementar sistemas de alerta temprana, capacitar a profesionales para hacer frente a emergencias y promover planes de contingencia.
El cambio climático tiene el potencial de empeorar las desigualdades sociales existentes, afectando desproporcionadamente a los niños y adolescentes más vulnerables. UNICEF trabaja para garantizar que las acciones de adaptación climática sean inclusivas y aborden las necesidades específicas de las comunidades más marginadas. Esto implica promover la participación de niños y adolescentes, especialmente de las niñas, en las decisiones relacionadas con la adaptación climática, así como la búsqueda de soluciones que tengan en cuenta las realidades locales y la diversidad de contextos.
El acceso a agua potable, saneamiento básico y servicios de salud de calidad es esencial para el bienestar de niños y adolescentes. UNICEF trabaja para fortalecer la resiliencia de estos servicios, garantizando que puedan resistir los impactos del cambio climático. Esto incluye la construcción de sistemas de suministro de agua seguros y sostenibles, la implementación de medidas de adaptación para garantizar la continuidad de los servicios de salud durante los desastres y el fortalecimiento de las prácticas de higiene y saneamiento.
La acción climática ofrece una oportunidad excepcional para desbloquear enormes beneficios económicos y sociales que pueden ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La relación entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la dimensión económica
La Constitución brasileña de 1988 establece una amplia gama de derechos económicos, sociales y culturales que tienen como objetivo garantizar condiciones de vida dignas para todos los ciudadanos. Estos derechos reflejan el compromiso del Estado brasileño con la promoción de la igualdad, el bienestar y el desarrollo integral de la población.
Uno de los principales derechos sociales previstos en la Constitución es el derecho a la educación. La educación es considerada un derecho de todos y un deber del Estado y de la familia. El objetivo es promover el pleno desarrollo de la persona, preparándola para el ejercicio de la ciudadanía y capacitándola para el trabajo. El Estado, en colaboración con la sociedad, tiene la responsabilidad de promover y fomentar la educación en todos los niveles.
La salud también se reconoce como un derecho fundamental. La Constitución establece que la salud es un derecho de todos y un deber del Estado. El acceso universal e igualitario a las acciones y servicios de salud se garantiza a través de políticas sociales y económicas que apuntan a reducir el riesgo de enfermedades y brindar atención integral a la población.
En el ámbito económico, la Constitución brasileña prevé la organización de la seguridad social como un régimen contributivo general con afiliación obligatoria. El objetivo es garantizar la protección social de los trabajadores, proporcionando prestaciones de seguridad social, como jubilación y prestaciones de enfermedad, según criterios que preserven el equilibrio financiero y actuarial.
La asistencia social también se garantiza como un derecho a toda persona que la necesite, independientemente de las cotizaciones a la seguridad social. La asistencia social busca apoyar a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad social, ofreciendo beneficios, servicios y programas de inclusión y protección.
En el ámbito cultural, la Constitución establece el derecho de toda persona al pleno ejercicio de los derechos culturales y al acceso a las fuentes de la cultura nacional. El Estado tiene el deber de garantizar el acceso a la cultura y apoyar y fomentar la valorización y difusión de las manifestaciones culturales, promoviendo la diversidad cultural y preservando el patrimonio histórico y artístico del país.
Además, la Constitución brasileña reconoce el deporte como un derecho de cada individuo. El Estado tiene el deber de incentivar las prácticas deportivas, tanto formales como no formales, promoviendo el acceso y la participación de todos, apuntando no sólo a la actividad física, sino también a los valores educativos, sociales y de salud que brinda el deporte.
La Constitución brasileña establece un conjunto integral de derechos económicos, sociales y culturales que tienen como objetivo garantizar condiciones de vida dignas y promover la igualdad y el bienestar de la población. Estos derechos reflejan el compromiso del Estado brasileño con la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y desarrollada, donde todos los ciudadanos puedan disfrutar de una vida plena y de oportunidades de crecimiento y realización personal.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), adoptado en 1966, desempeña un papel fundamental en la protección y promoción de los derechos humanos en varias áreas, incluido el derecho a la educación. El PIDESC amplió y desarrolló el contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), abordando de manera integral el derecho a la educación como un componente esencial del desarrollo humano.
En el contexto del PIDESC, el derecho a la educación se concibe como algo más que una simple instrucción formal. Abarca una educación integral, que apunta al pleno desarrollo de la personalidad humana, fortaleciendo el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, y promoviendo la igualdad de oportunidades. Esta visión amplia de la educación está alineada con la concepción de la Agenda 2030, que busca garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos.
El PIDESC establece la obligación permanente de los Estados Partes de actuar eficazmente para garantizar la plena realización del derecho a la educación en todos los niveles, desde la educación básica hasta la educación superior. La Agenda 2030, a su vez, establece objetivos ambiciosos para la educación, exigiendo a los Estados Partes garantizar al menos 12 años de educación básica gratuita, pública, inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas. De estos 12 años, al menos nueve deben ser obligatorios.
Estos objetivos reflejan el compromiso global de garantizar el acceso universal a la educación y garantizar que nadie se quede atrás. La educación de calidad desempeña un papel crucial en el desarrollo sostenible, reduciendo las desigualdades y promoviendo la igualdad de género. Además, la educación es fundamental para permitir que las personas ejerzan plenamente sus derechos, participen activamente en la sociedad y contribuyan al progreso económico y social.
El Tercer Programa Nacional de Derechos Humanos (PNDH-3), establecido por el Decreto nº 7.037/2009, desempeña un papel fundamental en la orientación de las acciones del Estado brasileño para la promoción y protección de los derechos humanos. Abarca una amplia gama de derechos, incluidos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y de solidaridad, lo que refleja el enfoque integral e integrado de los derechos humanos.
El PNDH-3 se desarrolló a través de un proceso democrático y participativo, incorporando resoluciones de más de 50 conferencias de políticas públicas que abordaron diversos temas, como seguridad alimentaria, educación, salud, vivienda, igualdad racial, derechos de las mujeres, jóvenes, niños y adolescentes, personas con discapacidad, personas mayores, población y medio ambiente, entre otros. Estas conferencias brindaron un espacio de diálogo y consulta con diferentes sectores de la sociedad civil, expertos y organizaciones no gubernamentales, asegurando diversidad de perspectivas y aportes a la formulación del programa.
El PNDH-3 refleja el compromiso del Estado brasileño con la promoción de la igualdad, la justicia social y el respeto de los derechos humanos en todos los ámbitos de la vida. Reconoce que los derechos humanos no pueden entenderse de forma aislada, sino que están interconectados y son interdependientes. Así, el programa busca promover la integración de políticas públicas, con el fin de abordar los desafíos y demandas relacionadas con los derechos humanos de manera holística.
Al cubrir temas tan diversos, el PNDH-3 refleja la necesidad de un enfoque integral para la promoción de los derechos humanos. Reconoce que la plena realización de los derechos civiles y políticos está intrínsecamente ligada al respeto de los derechos económicos, sociales y culturales, así como a la promoción de la solidaridad y la inclusión social. El programa establece lineamientos y metas para la acción del Estado en áreas cruciales, apuntando a reducir las desigualdades, garantizar el acceso igualitario a los servicios básicos, proteger a los grupos vulnerables y promover la diversidad y la sostenibilidad ambiental.
El PNDH-3 desempeña un papel importante en la promoción de una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa de los derechos humanos en Brasil.
Construyendo un futuro sostenible: gobernanza, rendición de cuentas y alianzas para los derechos humanos y la Agenda 2030
La gobernanza, la rendición de cuentas y la asociación son elementos esenciales para la implementación efectiva de la Agenda 2030 y la garantía de los derechos humanos para todos. El principal objetivo de la Agenda 2030 es garantizar que nadie se queda atrás, reconociendo que los derechos son universales y deben ser garantizados a todas las personas, tal como lo establece la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Para lograr este objetivo es necesario adoptar estrategias especiales que tengan en cuenta a los grupos en situación de mayor vulnerabilidad. Estas estrategias deben involucrar a toda la comunidad, incluyendo la sociedad civil, las empresas, las universidades, los gobiernos de los diferentes niveles (estados, Distrito Federal y municipios), los organismos internacionales y todas las instituciones de los distintos Poderes de la República. La implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) requiere de la participación y el compromiso de todos los sectores de la sociedad.
Los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la implementación de los derechos humanos y deben asumir el liderazgo político en este proceso. Tienen la responsabilidad primordial de garantizar el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos. Estas obligaciones se basan en los principios de respetar los derechos, evitando medidas que impidan su ejercicio; proteger los derechos adoptando medidas para evitar injerencias de terceros; y promover los derechos adoptando medidas positivas para facilitar el acceso a los derechos.
Sin embargo, la implementación de los ODS requiere de la participación y colaboración de varios actores. Es esencial promover asociaciones en todos los ámbitos, guiadas por los principios de diálogo, transparencia y rendición de cuentas. La democratización del proceso de implementación de los ODS fortalece el compromiso y la cooperación entre diferentes sectores de la sociedad, incluidos los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado, las universidades y las organizaciones internacionales.
En este sentido, es crucial resaltar el papel del sector privado y de las empresas en la discusión e implementación de los ODS. El sector privado tiene una contribución importante que hacer para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. Esto puede hacerse mediante la creación de empleos, el desarrollo nacional sostenible y la generación de beneficios para la sociedad. Las empresas también pueden adoptar prácticas responsables que eviten impactos sociales y ambientales negativos, promoviendo así la realización de los derechos humanos en el contexto empresarial.
La asociación entre los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado es esencial para enfrentar los complejos desafíos que involucran los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Esta colaboración debe basarse en principios de confianza, reparto de responsabilidades, respeto mutuo y diálogo constante.
El documento “Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos”, aprobado por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en julio de 2011, establece un marco fundamental para garantizar la protección de los derechos humanos en el contexto empresarial. Estos principios se basan en tres pilares esenciales: el deber del Estado de proteger a los ciudadanos contra abusos de los derechos humanos por parte de terceros, incluidas las empresas; la responsabilidad empresarial de respetar los derechos humanos; y el acceso de las víctimas a recursos judiciales y no judiciales para remediar y reparar las violaciones.
En Brasil, destaca el folleto titulado “Implementación de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos: el deber del Estado de proteger y la responsabilidad de las empresas de respetar los derechos humanos”, elaborado por el Ministerio de Derechos Humanos y el Grupo de Trabajo de Derechos Humanos. y Negocios (GDHeE) de la Facultad de Derecho de la Fundación Getúlio Vargas (FGV). Este folleto tiene como objetivo orientar a las empresas brasileñas sobre la implementación de los principios rectores, destacando el papel del Estado en la protección de los derechos humanos y la responsabilidad de las empresas de respetarlos.
Es importante resaltar que la promoción y protección de los derechos humanos no es responsabilidad exclusiva del Estado y las empresas, sino que requiere la participación de toda la sociedad civil, incluidas universidades, instituciones de investigación y organismos internacionales. Todos deben tomar conciencia de la importancia de la Declaración Universal de Derechos Humanos y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, colaborando en su implementación, seguimiento e inspección.
Al analizar las metas financieras del ODS 17, es evidente que el débil desempeño de la economía brasileña en los años previos a la implementación de la Agenda 2030 tuvo impactos significativos en el presupuesto público. Hubo una reducción de las inversiones directas en el país, un aumento del servicio de la deuda en relación con las exportaciones y volatilidad en el gasto en cooperación internacional.
En cuanto a los objetivos relacionados con la tecnología, hay un progreso constante en la calidad de la banda ancha en Brasil. Sin embargo, es importante reconocer que este indicador por sí solo puede considerarse insuficiente para monitorear el desarrollo tecnológico en el país y el mundo. La adopción de términos como “tecnologías ambientalmente seguras” requiere una mayor reflexión y análisis objetivo para una comprensión adecuada.
A pesar de las restricciones financieras, Brasil sigue desempeñando un papel importante en la cooperación internacional en ciencia, tecnología y formación. Se recomienda fortalecer esta posición, especialmente en la atención a los países menos desarrollados. Es fundamental buscar alianzas y promover el intercambio de conocimientos y recursos para impulsar el avance tecnológico y científico.
En el ámbito del comercio internacional, Brasil enfrentó una retracción generalizada de los flujos comerciales globales. El país todavía mantiene una postura relativamente cerrada, con aranceles de importación superiores al promedio mundial. Se espera que los recientes esfuerzos de apertura comercial y la búsqueda de acuerdos bilaterales y multilaterales, como el acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, contribuyan a reducir los aranceles de importación brasileños y acercar al país a los niveles globales.
En el contexto nacional, Brasil estableció estructuras de gobernanza de los ODS, lideradas por la Secretaría de Gobierno de la Presidencia de la República (Segov/PR). La creación de la Comisión Nacional de los ODS (CNODS) jugó un papel importante en las fases iniciales de implementación de la Agenda 2030. Sin embargo, el reciente cambio en la legislación abolió la comisión, allanando el camino para un nuevo modelo de coordinación gubernamental que puede acelerar la implementación. de los ODS, especialmente en lo que respecta a la internalización de los objetivos.
Pese a los avances, todavía hay varias metas que carecen de datos oficiales y será necesaria la construcción de nuevos indicadores para un análisis completo del ODS 17. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (Ipea ) y otras instituciones productoras de estadísticas y registros administrativos jugarán un papel fundamental en este desafío. Es fundamental superar las dificultades y avanzar de manera integrada y continua para superar los desafíos de la Agenda 2030.
Bajo esta premisa, la implementación de la Agenda 2030 y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) requieren de un esfuerzo conjunto y continuo de todos los sectores de la sociedad.
La cooperación internacional juega un papel fundamental en este proceso, tanto en el intercambio de conocimientos y experiencias como en el apoyo a los países en desarrollo. La Declaración Universal de Derechos Humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible deben ser ampliamente difundidos y comprendidos, fomentando la participación activa de todos en la implementación, seguimiento y seguimiento de estas iniciativas.